miércoles, 1 de abril de 2009

Un fin de semana extraño (parte 1)

En post anteriores Sam habló de mi relación con el Sr.M. y luego de su inesperada aparición que concluyó en un último encuentro el viernes pasado. Ya hacía un tiempo había yo descartado la posbilidad de volver a verlo, pero ahora que la posibilidad era real tenía miedo. Miedo de no poder superarlo, de encontrarlo y arrepentirme, de que el encuentro me hiciera necia y quisiera volver todo atrás. Sin embargo, apenas si pensaba en el encuentro: había otro tema dándome vueltas en la cabeza.

El viernes me encontré con él en un bar a las tres de la tarde. Cuando lo vi entrar pensé que ese momento -volver a verlo después de tres meses- iba a ser difícil, pero sin embargo apenas si me conmovió. En cambio, sus actitudes nerviosas, la forma en que se movía sí me preocupó. Empezó a explicar que estaba en un momento de su vida de mucha confusión, de mucha presión y apenas pasados cinco minutos se levantó para ir al baño y vi que lloraba. Recién entonces sentí un poco de pena y suavicé el tono frío y despreciativo con que lo trataba. Cuando volvió a la mesa me pidió de ir a otra parte así que fuimos caminando hasta una plaza.
En el camino fuimos charlando de otras cosas para romper un poco el hielo. Al llegar a la plaza, ya estabamos los dos mucho más distendidos y pudimos conversar mejor. La conversación no fue fácil: ambos teníamos mucho que decir, pero ninguno sabía por qué parte empezar. De a poco, fuimos diciendo todo lo que habíamos guardado durante un mes para decir. Él me contó su problema familiar y personal sobre su carrera, me contó de las presiones y la parálisis que todo eso le provocaba. Entonces le expliqué lo que yo pensaba de él y su situación, cuestiones que yo ya tenía masticadas de hace rato, sus virtudes y sus defectos, consejos y recomendaciones para ahora, para más adelante... Era terrible ver que me escuchaba como si fuera la única salvación, mirándome desde lo más hondo, con la mirada húmeda. Confesó que en este momento era yo la única persona que él escuchaba, que lo conocía de verdad. Luego me contó sus proyectos y me dijo que estaba decidido a superar este momento como fuera, pero que lo peor para él era tener q hacerlo solo y sabiendo que estaba así por su culpa.
A esta altura no pude contener mi conmoción: ese hombre al que había amado apenas conociéndolo, que me había cambiado la cabeza totalmente y que había logrado en mí cosas hermosas, al que había amado hasta hacía tan poco tiempo con locura, parecía deshacerse delante mío. Me confesaba que me amaba, que me iba a amar siempre, y yo apenas si lograba rescatar amor por él. Lo que más sentía por él en ese momento era pena.
Lo abracé con fuerza y él se aferró a mí como quien intenta no hundirse, lloraba silenciosamente en mi hombro. Pensé en que yo también había sufrido, un mes entero sumida en el silencio de su cobardía. Yo, que me habría jugado con tan sólo una pizca del amor que me estaba declarando ahora, me daba cuenta que no había manera de volver atrás. Y tuve pena de él, y tuve pena de mi, que lo había amado con demasiada esperanza, ahora ya muerta.
Entonces me quebré, le reproché que no hubiera aparecido por tanto tiempo, que no entedía por qué habíamos llegado a este punto si hubiera sido posible volver atrás, reconciliarnos. Pero era como tirar piedritas a un pozo muy profundo. Ni siquiera había eco en él, apenas si podía pedirme perdón, aclarando que no lo merecía. Era casi como gritarle a las paredes por algo irrecuperable. Entonces él me abrazó y cuando menos me dí cuenta me estaba besando muy suave, muy despacio, con miedo, pero al mismo tiempo aprovechando cada último movimiento. Tardé un poco en reaccionar y lo besé en respuesta. Pero ya no sentía nada.
Abría los ojos en medio del beso y miraba hacia las calles q rodeaban la plaza. Rogaba que nadie nos viera, que especialmente una persona no me viera besándolo.

Hablamos toda la tarde, hubo muchos abrazos y muchos besos también, más de los que hubiera pensado, pero a esta altura lo único que quería era terminar bien con alguien a quien había querido tanto. Ambos terminamos agradecidos de habernos conocido, sabiendo que por una u otra razón esto había tenido que suceder ya que no fueron pocas las dificultades q se interpusieron durante la relación y aún así las habíamos sorteado para estar juntos.
Esta vez se trataba de él contra sí mismo y yo no podía hacer más que darle consejos de parte de una persona que lo quiere y conoce mucho, pero no podía ya acompañarlo. Éste es un crecimiento que le toca a él y que estoy segura logrará superar. Lo convencí que así sería.

Nos despedimos en la estación de tren. Le hice prometerme que sacaría de adentro suyo el miedo, la parálisis que le impide luchar por él mismo, todas las ideas que vienen atándolo a la nada misma y que no lo dejan crecer. Me sonrió entre lágrimas y me lo prometió. Sentí que me despedía de un niño grande al que amaba pero que tenía que dejar crecer. Me sentí bien de poder ayudarlo, de ofrecerle otro panorama distinto en el cual aprender a enfrentarse a los problemas. Nos despedimos con un beso y la confianza de saber que si algún día quería contarme algo, invitarme a alguna exposición de sus trabajos o simplemente verme para charlar, podía hacerlo. Siempre será para mí una persona importante y aunque ahora sea difícil ser amigos y quizás es mejor mantenernos alejados, en algún momento de nuestras vidas vamos a estar felices de haber vivido lo que vivimos, de habernos conocido.

Las despedidas me dan una nostalgia extraña. Más si es en una estación de tren, más si es al atardecer. Más todavía si sé que por fin se terminó algo que hace tres meses no hubiera creido que podría terminar así. No pude evitar llorar.
Iba escondiendome de la gente cuando escucho a Charlotte llamándome. La abracé y le conté que todo había terminado bien, que yo soy demasiado emotiva y estas cosas siempre me ponían mal. Por suerte, ella sonreía, me dio un abrazo y confirmamos que esa noche nos juntaríamos en el bar para contarles de esto.

(....)


La reunión fue en el bar de siempre pero tres horas más tarde de lo habitual. Miranda dijo riendo que era reunión de emergencia por mí, así que mas me valía empezar a hablar. Les contaba del encuentro cuando de pronto entraron al bar tres amigos nuestros, uno de ellos ArquiMan. Él es un amigo muy cercano de Miranda y Sam, que participa en muchas de nuestras salidas y que conoce nuestras intimidades casi tanto como nosotras. Incluso lo hemos llamado en broma "el amigo gay", aunque todas sepamos bien que no es así. Durante mucho tiempo para mí fue un amigo más, hasta que empezó a hacerse evidente que tenía cierto interés por mí. En enero, momentos antes de irse de vacaciones por un mes, confesó que en algún momento de su vida querría q yo fuera su novia. Recuerdo que lo tomé bastante a la ligera y pensé que se le pasaría, yo estaba totalmente dedicada a mi relación con el Sr. M. en aquel entonces. Cuando volvió fingí como que no había pasado nada, pero ya empezaba a verlo con otros ojos. Me fui yo, y a mi vuelta ya estaba peleada con Sr.M. pero no pensaba que por estar sola tenía que lanzarme a los brazos del primero que apareciera. Sin embargo, Arquiman estaba en todas mis salidas, cada vez con mayor presencia, acompañandome sin decirlo en este mal momento, conteniendome aunque sin esperanzas. Desde que había tomado la desición de cortar mi relación con Sr. M. noté que me importaba su presencia en las reuniones, que me gustaba verlo, que pasaba mucho tiempo con él sin aburrirme. Pero todavía tenía mucho miedo por mi encuentro con el Sr.M. y no quise acelerar las cosas. Me hice la tonta ante cada insinuación suya, en cada saludo y abrazo, pero me daba cuenta que algo cambiaba en mí.
Cuando lo vi entrar al bar el viernes a la noche internamente sentí alegría. Yo había dejado una frase por la mitad y las chicas esperaban que terminara de hablar, así que les dieron a entender que apenas terminaramos de charlar, nos juntábamos. Inmediatamente se fueron pero en mí algo era distinto: Toda la tarde había pensado en él, en que no me viera despidiéndome del Sr.M., que no pensara que volvía con él. Y ahora que lo veía no quería que se fuera, quería cambiar de tema de conversación, quería que se quedaran. Ya no me importaban los sucesos de la tarde, ahora hablaba dispersamente, y mirando cada cinco minutos la puerta, esperando que volvieran.

¿Qué me esta pasando? me preguntaba. Entonces sentí la necesidad de confesarme a mis amigas de café.

5 comentarios:

  1. Primero antes que me olvide... Sam me acuerdo que dijiste que cambiaste la hora del blog... para mi que no esta correcta... fijate que yo no entiendo...

    Ahora si, carrie... Me acuerdo haber visto vagando una chica media perdido que caminaba mirando para tras... a la estacion... desde donde todavia se veia alejarse el tren... Tambien me acuerdo de aquella interrupcion por la noche... me acuerdo que dsp de que se fueron ni te acordabas de lo que estabas hablando!!!

    Hoy nos vemos?

    ResponderEliminar
  2. tenés mucha fortaleza, por como trataste a Sr. M
    pero... volvió arquimaan?
    besos!

    ResponderEliminar
  3. Me parece perfecto que ahora tu corazón esté alegre porque siente algo por otra persona....pase por lo que esté pasando el Sr M no le da derecho a tratarte como lo hizo....las cosas claras!
    A aprovechar a quien está cerca y te quiere, mujer!

    ResponderEliminar
  4. "o ser puta. (No porque desprecie a las mujeres que lo son, solo que no podria acostarme con cualquiera)", jajajaja Samantha era más rápida que la tabla del dos en la serie. Hay una frase que en tremenda suya: "hello, 911? I'm on fire!", jaja.

    Un beso!

    ResponderEliminar
  5. woww.. que tarde dificil! que situación incomoda cuando por un segundo tenes la necesidad de contar todo para desahogarte y luego la necesidad de dejar de hablar de eso. Me encantan estas historias como lo digo siempre. Son interesantes chicas. Me identifico con varias cosas de uds, siempre rescato algo de cada historia que leo. Un beso a las cuatro. y.. Carrie, esa si fue un hasta luego de película! Ojala estos nuevos sentimientos traigan mas cosas buenas a tu vida!

    ResponderEliminar