lunes, 9 de febrero de 2009

Cerrar un capítulo (bis)

¡Bravo Charlotte!
Cerrar un capítulo no es cosa fácil, lo sabemos. Pero más cuando aquella persona que debe irse al dar vuelta la página es alguien cuyo recuerdo quedó como una marca de hierro, como las pecas inesperadas de un mal sol. Apenas imperceptible y secreto, pero ahí quietecito día y noche, viéndonos y escuchándonos desde el recuerdo.
Ni esa persona ni una misma siguen siendo los mismos que aquellos dos que se cruzaron alguna vez, y sin embargo el recuerdo está intacto y una vuelve a sentirse aquella que fue.
Cerrar un capítulo no significa olvidar, ni perdonar.
Significa, muchas veces, una tregua, un descanso. Un cerrar las heridas abiertas y secadas y vueltas a abrir sin la menor intención de hacerlo. Cerrarlas para que no sangren más y queden más bien como anécdotas de la vida.
Y por lo que cuenta Sam, creo que la carta consistía en eso.

Una (aún por mucha gana que tenga) no puede dejar de querer a esa persona que en un pasado no tan remoto quiso con toda su alma y que se la rompió en pedacitos (o viceversa).
Aunque una quiera -porque una quiere- decir que fue el ser más estúpido (y sus múltiples derivados), el más cruel y perverso y quiera odiarlo por el resto de la vida, difícilmente podemos.
Y quizás lo recordamos por siempre con tristeza o con furia para contárselo a las nietas, o quizás le escribimos una carta y le decimos que gracias por existir y hasta la próxima vida en que seamos un pato y un mosquito.
O quizás, como tristemente hago yo, sepultamos su nombre en el silencio, no lo desenterramos ni para los mejores recuerdos, decidimos borrar las heridas más sutiles y funestas y dejamos las grandes, las trilladas, las que todos comprenderán.
Y luego de este ritual casi fúnebre, maldecimos su existencia en nuestra vida, no por odio, sino por no poder perdonar el que nos haya enamorado tan locamente para luego dejarnos en el baúl de los olvidados.
Tuve intentos por cerrar el capítulo, pero siempre me rendí antes frente a esa brujería envenenada.
Por eso, amiga, mereces más que mis felicitaciones. Animarte a cerrar un baúl de recuerdos sin rencores, seguro que te lo hace más fácil para cuando lo quieras abrir y contarle a tus nietas futuristas sobre tu primera vez. :)

5 comentarios:

  1. SAMANTHA: Mi comentario era para Charlotte, quien opinó sobre mi persona sin conocerme. Ruego me disculpen las demás integrantes de vuestro blog (por cierto, muy divertido) y prometo que no habrá proxima vez. Gracias y disculpen.

    ResponderEliminar
  2. Yo tengo como dos enciclopedias de capítulos cerrados, la mayoría con finales felices.

    ResponderEliminar
  3. Más allá del ritual fúnebre... no hay que olvidarse lo bien que lo pasábamos cuando estábamos enamoradas.

    ResponderEliminar
  4. La historia de mi vida!
    Realmente felicitaciones...tomar una desición así no es fácil...

    ResponderEliminar
  5. Felicitaciones Charlotte por la decisión tomada!

    Aunque coincido con blonda en el comentario del post anterior, supongo que fue algo super pensado, dado que evidentemente tampoco fue fácil.

    Es cerrar definitivamente una puerta para que definitivamente se abra otra...

    ResponderEliminar